La situación de pandemia generada en 2020 ha proporcionado a la especie humana temor. Miedo a la muerte o a la infección, a parte de una preocupación generalizada por el fallecimiento de algún ser querido. Han cambiado nuestros hábitos y maneras de organizar el mundo al que nos enfrentamos, el mayor desafío ha sido adaptarnos bajo nuestros propios medios a la nueva vida.
La COVID-19 ha culminado a la humanidad en todos los campos, no sólo en el de la salud, sino también en el económico, político y cultural. La sociedad actual se ha adaptado a esta terrible crisis, se ha volcado en querer mejor, en querer de una manera buena. Se han volcado en el agradecimiento a los profesionales sanitarios y han intentado respetar en todo momento las medidas de seguridad propuestas. “Reiniciando”, muestra un poco de esta vida de pandemia, esa constante conexión con el teléfono, videollamadas en ropa interior, los aplausos de agradecimiento, la famosa sintonía de “Resistiré”. Y claro, por supuesto que seguimos resistiendo, incluso si hay falta de papel cómo reflejan los personajes de Valeria, Lucas y Santi.
Bernardo Rivera, aparece en escena representando el inicio de la pandemia el 13 de marzo, ese punto de inflexión que supuso un cambio en nuestras vidas. Las decisiones que toman cada personaje a medida que pasa el tiempo en la pandemia, serán decisivas en sus vidas. Lucas, Valeria y Santi son los protagonistas de esta obra, los dos primeros viven en España y el último procede de Londres. Ambos chicos mantuvieron una historia amorosa, que no llegó a buen puerto pero el periodista frustrado (Lucas) traspasará fronteras si es posible para recuperar el amor de Santi, hermano de Valeria.
Durante la obra viajamos en el tiempo con ellos, una pantalla situada en la escena mostraba la fecha y mes del momento concreto que estaba viviendo cada personaje. Un viaje hacia todos los momentos más representativos de pandemia, desde los aplausos, hasta las conexiones en directo improvisadas.
El amor, la amistad y la familia están entrelazados en la producción, que invita a la audiencia a reflexionar y valorar el efímero paso del tiempo. Por supuesto, como diría la popular canción de Manuel Carrasco, “no hay que dejar de soñar”. Todos estos ingredientes se suman al humor, latente en toda la obra. Es necesario reírse y más en estos tiempos de vacío y soledad.
Tras un regalo, Valeria se plantea escribir su propia obra de teatro, siguiendo las referencias de un libro “El camino del artista”, de Julia Cameron. El personaje quiere conectar con su parte creativa, aprovechó el tiempo en el confinamiento, desconectando del mundo exterior y también de algún que otro mal de amores con un vecino.
Es necesario que el público vea esta comedia, te sumerge de lleno en el Teatro Luchana, te hace partícipe de ella, desconectas de tus problemas. Tienes tiempo para ti y para tu acompañante, para reír y recordar todo el trayecto que ha supuesto la pandemia en tu vida. Tratando desde el amor y el respeto el sufrimiento vivido en pandemia, como por ejemplo, la pérdida de algún que otro ser querido.
“Nunca es tarde para pulsar el botón de reiniciar, porque la decisión está en nuestras manos”.