Con el otoño recién inaugurado, da comienzo en Madrid la época de lluvias, pero este año las precipitaciones más importantes caen dentro del Nuevo Teatro Apolo gracias a Nostromo Producciones.  Cantando Bajo la Lluvia se estrenaba el pasado miércoles 28 de septiembre en el corazón de Madrid bajo la dirección de Àngel Llàcer, junto a Manu Guix como director musical.

Tras su éxito rotundo la pasada temporada en Barcelona, donde se alzó como el espectáculo más visto en la ciudad condal, el mítico musical aterriza en Madrid con toda la fuerza y elegancia propias del título durante una breve temporada que finalizará, de forma improrrogable, en febrero de 2023.

El estreno del musical en Madrid coincide con el setenta aniversario del estreno de la reconocida película en España, en 1953, por lo que se da una situación única e irrepetible.

Con respecto a la similitud entre el aclamado y conocido filme homónimo, protagonizado por Gene Kelly y Debby Reynolds, el equipo ha reiterado en repetidas ocasiones que han respetado enormemente el texto y que “todos los momentos favoritos de la película, los tenemos. Sí, también hacemos lo del sofá” comentaba Llàcer minutos antes del estreno. El perfeccionismo de Kelly llevó a repetir hasta en ocho ocasiones los números musicales durante el rodaje del filme, lo que lo dotó una calidad exquisita. Sin embargo, en la producción teatral se alcanza el mismo nivel sin la posibilidad de cortar, con 25 actores y bailarines y una orquesta compuesta de nueve músicos, todos ellos coordinados a la perfección.

Con una escenografía sobria, pero versátil, las interpretaciones del elenco brillan sobre el escenario. Miguel Ángel Belotto en el papel de Don Lockwood derrocha carisma y elegancia, mientras que Diana Roig como Kathy Selden supone la personificación de la dulzura y la bondad tan típicas del personaje. Ricky Mata y Mireia Portas, como Cosmo Brown y Lina Lamont respectivamente, son los responsables de gran parte del peso cómico, el cual gestionan de manera natural y habilidosa, consiguiendo que más de uno de los espectadores tenga que sacar un pañuelo para secarse las lágrimas de tanto reír.

Las coreografías, a cargo de Myriam Benedited, son otro de los atractivos de Cantando Bajo la Lluvia, así como lo eran del filme. Los números de baile son todo lo que cabría esperar de un musical clásico, con una agilidad y ligereza aparente por parte de los bailarines que genera una sensación de ingravidez sobre el escenario.

Pese a todo, hay un elemento que es indispensable para Cantando Bajo la Lluvia y que, al mismo tiempo, es el más complicado de conseguir y gestionar: la lluvia. Porque sí, llueve sobre el escenario. Llueven mil litros de agua por función que es recogida en varias piscinas ubicadas bajo el escenario, filtrada y adecuada para volver a utilizarla en el siguiente pase. “Solo se pierde un 2% del agua, la que se les queda a los bailarines en el pelo y la ropa” explica Roig. Toda esta mecánica da lugar a que una de las escenas más icónicas del cine suceda ante los ojos de los espectadores, que no pudieron evitar romper a aplaudir hasta en tres ocasiones a lo largo del número.

La devoción de todo el equipo por la historia es más que evidente, pero para el elenco, en especial para los cuatro actores con papeles protagónicos, también supone una gran presión, incluso han pasado por momentos de miedo. “Es un momento agridulce, porque primero dices “¡ah, qué bien!” y luego, te viene Donald O’Connor” comenta Ricky Mata. Por su parte Belotto considera la película como “una referencia muy importante, pero no puede ser nunca una losa que nos pese encima”. Añade, además que, “como actores aprendemos a tener la referencia, pero, también, a despojarnos de ella para poder acercarnos al personaje de una manera libre”.

Algunas de las canciones más icónicas se han en inglés, como Singing in the Rain, así como fragmentos de Good Morning, debido tanto a su popularidad en su idioma original, así como a que no tienen relevancia a nivel narrativo, es decir, que no es necesario comprender la letra para entender el desarrollo de la historia.

De esta manera, Cantando Bajo la Lluvia añade a la clase propia de las películas de la época dorada de Hollywood la magia del teatro, con momentos de improvisación y la inclusión del público como un espectador más de las películas que se ruedan y se estrenan dentro de la propia historia.

La comedia romántica narra la relación entre la estrella del cine mudo Don Lockwood y la emergente actriz Kathy Selden, en una vorágine de cambios en el mundo del cine que pondrá en jaque la carrera de Lockwood. Con la llegada del cine sonoro el famoso actor y su compañera de reparto Lina Lamont tendrán que hacer frente a la innovación tecnológica, ayudados por Selden y Cosmo Brown, pianista y amigo de la infancia de Lockwood. Repleta de guiños cinéfilos, la historia se adentra en las distintas actitudes que se presentan ante los cambios y la incertidumbre ante lo desconocido.

En una temporada marcada por los musicales modernos o de nueva creación, Cantando Bajo la Lluvia es el único musical clásico en cartelera y, en palabras de su director, tiene una finalidad clara “hacer feliz a la gente”.